Hay algo que en Japón me llama la atención: le ponen mucha dedicación y pasión a todo lo que hacen. Es un amor al detalle, a la perfección que seguramente tenga que ver con la religión o la filosofía. Pero Japón es una caja de sorpresas y en esa caja encontramos el wagashi (和菓子) o los dulces japoneses. Aprende en este post qué son y nunca podrás dejar de querer comerlos.
La historia de los dulces
Desde la ceremonia del té, el origami, el ikebana, la comida, todo en Japón se vuelve un arte. ¡Hasta los dulces! Los japoneses tiene esa capacidad de perfeccionar y volver increíble cualquier cosa, esta vez les contamos sobre los dulces.
La historia de los wagashi viene desde años: algunos dicen que data del período Yayoi, que fue en el 3.000 antes de Cristo. En ese momento el wagashi estaba relacionado meramente con nueces y frutas. Se lo llamaba kashi (菓子), lo que significa dulce. Fue algunos años después, en el período Nara, más o menos en el 784 después de Cristo, que China comenzó a influenciar la cultura gastronómica de Japón y se desarrollaron los primeros snacks que aun hasta hoy podemos encontrar: el dango y el mochi.
Estos son están hechos a base de arroz. Hasta ahí la historia con los elementos que había en la época. Pero fue un elemento clave el que revolucionó el arte culinario de Japón: el azúcar. Fue a partir del año 1300 que el azúcar comenzó a ganar un lugar más importancia en la cocina, ya que antes se usaba solo en pequeñas cantidades por su precio.
Los culpables del azúcar en esta parte del mundo fueron los portugueses (aunque otros dicen que fueron los chinos). Y una vez que este ingrediente llenó los mercados, se incorporó con más asiduidad a los platos. Así nacieron los primeros reales dulces.
Como cuenta el blog Sweets of Japan, el wagashi comenzó su verdadero esplendor en el período conocido como Edo, a partir del 1600. Este dulce, que primero pertenecía a una clase selecta, comenzó a ser un poco más popular cuando se introdujo en la ceremonia del té como un elemento obligatorio y esta ceremonia se fue expandiendo.

El wagashi es un dulce muy especial, que acompaña a las ceremonias del té, pero que ahora también se puede comer en cualquier momento. Lo que lo diferencia de otros dulces es el detalle y la dedicación que muestra al que lo come o tiene entre sus manos. Delicadamente, introduce formas y colores que en general tienen que ver con la época del año en que se confeccionan. Incluyen flores, colores, y hasta aromas propios de la época. Es por esto que muchos lo pueden apreciar y lo consideran un arte.
Dónde encontrarlos
Actualmente, en Japón se pueden conseguir en casas especializadas en dulces japoneses y en tiendas de té y café. Incluso en algunos jardines como el Rikugi-en, en Tokyo ofrecen al visitante la posibilidad de sentarse a tomar matcha (té verde) con un wagashi especial.
Los más recomendados por su frescura son los Namagashi, que por los ingredientes que llevan no durarán mucho y se hacen y sirven en el día. ¿Qué llevan los wagashi? Muchos de ellos usan anko, que es una pasta de color rojo oscuro hecha de judías rojas. Es dulce y riquísima y se usa en distintos dulces, como relleno. Otros tiene mochi, que es pasta de arroz blanco, pero en general se caracterizan por ser simples y visualmente atractivos.
Aunque actualmente la pastelería europea forma parte de la oferta gastronómica de dulces, el wagashi sigue siendo un instrumento cultural que perdura y es de los más tradicionales que conserva la cultura gastronómica, junto con el té verde.
Tipos de wagashi
Los wagashi vienen en distintos tamaños y colores e incluso hay dentro de estos distintas formas de presentarlos. Los más populares, que quizás ya conozcan, son los taiyaki, esos mini pescaditos hechos en moldes que se venden rellenos de distintos elementos. Se parecen a unos waffles con una forma muy especial y recomendamos comerlos recién hechos.
Otros famosos son los dorayaki, que tienen una forma redonda, como si tuviese dos tapas de panqueques y el interior de anko. También existen los daifuku, que están hechos como en bolas de mochi con un interior relleno, o el dango, hecho completamente de mochi con una salsa exterior. Algunas de estas texturas son más bien poco conocidas para los viajeros, por eso seguro si lo pruebas tendrás tu favorito.

Los más interesantes visualmente, como si fueran una obra de arte, son los Higashi, que son bocaditos hechos de acuerdo a la temporada con formas como hojas de otoño, flores, entre otras. Usan colores y son opuestos a los namagashi, que como les contamos son los más frescos. Por la forma en que están hechos, los higashi pueden durar mucho más tiempo, pero son más secos.
Así que ya sabes: si quieres probar dulces en Japón no te arrepentirás. Aunque pueden tener sabores y elementos distintos a los ya conocidos, puede ser una experiencia interesante para ver cómo es el paladar dulce de los japoneses.